La diversión de leer
Cuando era pequeña no comprendía porque tenía que esforzarme tanto
para aprender a leer. Las letras se amontonaban, no entendía lo que me
decían, me dolían los ojos y me aburría.
¡Leer es una pesadilla!, -pensaba, porque no era capaz de disfrutar de las
historias, así que prefería que alguien me las contara.
En 5º de primaria tuve una profesora genial; nos enseñaba con cariño, nos
explicaba las cosas de manera diferente, nos hacía reír, nos comprendía y
nos ayudaba. Ese año fue fantástico porque aprendí montones de cosas y,
sobre todo, porque me divertía mucho aprendiendo.
El último día de clase encontramos un montón de regalos sobre la mesa
de la profesora, todos se parecían por el tamaño y la forma, pero ninguno
era igual a otro.
La profesora nos explicó que cada uno debíamos coger uno de aquellos
regalos, el que “nos estuviera mirando”, y pidió que lo tratáramos como
a un amigo.
Uno a uno nos acercamos a la mesa y cogimos uno de aquellos paquetitos.
Al abrirlo comprobamos que eran libros, todos diferentes pero cada uno
especial para quién lo había elegido.
En la portada del que le había tocado a Carlos ponía; “Las ballenas
cautivas”, y Gonzalo se reía al leer: “El pirata garrapata”. El mio se
titulaba “De profesión, fantasma” y no se por qué pero sentí algo
especial por aquel libro.
Carmen Cañuelo
Ladislexia.net
Estaba deseosa de llegar a casa y abrirlo, olía a nuevo y en el resumen
decía que el protagonista estaba atrapado en un castillo y, para sobrevivir,
tenía que hacerse pasar por el fantasma de un chico que había muerto
trágicamente en aquel castillo…
Aquel libro me fascinó y me descubrió que la lectura era un mundo
maravilloso en el que me podía sumergir. Era fantástico poder perderse en
una historia, sentir el miedo del protagonista, su alegría, su emoción y su
curiosidad por la vida.
Ese verano nos intercambiamos los libros y soñamos con personajes
fantásticos que nos enseñaron la diversión de leer.
Carmen Cañuelo
Ladislexia.net
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